domingo, 11 de noviembre de 2012

Tanto para nada


Domingo 23 de septiembre de 2012
Odio los domingos: me parecen aburridos, monótonos y, lo peor de todo, es que las horas se me hacen eternas. Extraño a mis padres y a mi amor platónico: Christopher. Estuve a punto de mandarle un mensaje de texto, diciéndole que yo no había ido a Querétaro, que si nos podíamos ver, pero mi yo interior me decía: “No, va a pensar que eres una rogona”. Al fin comprendí que lo mejor era que no le dijera nada, y las cosas siguieran sin  novedad. Así transcurrió todo el día aburrido, pero eso sí, con bastante y tediosa tarea. Me puse a escribir el diario de la materia de Redacción Universitaria. Es el trabajo que más me cuesta hacer, nunca me brotan las ideas y es justo en ese momento cuando más las necesito. Qué ironía.
Al tener toda una intensa tarde de estar pensando, me di por vencida y llegué a la conclusión de que por hoy ya era suficiente, ya que me esperaba un inicio de semana y, por lo tanto tenía que descansar.
Lunes 24 de septiembre de 2012
Hoy fue un terrible día, después de pasarme toda la tarde haciendo el diario de la materia de Redacción. Cuando llegué al salón el profesor me mandó llamar. En ese instante me pasaron muchas cosas por la mente. Pensé “ya valió. Algo pasó con mi tarea”, y efectivamente el profesor me dijo que no había mandado mi quinta entrada del diario. En ese preciso momento puse mi cara de sorprendida y me dije “no puede ser, me recargo en la pared”. En ese instante sentí que todo mi mundo se derrumbaba. "No lo puedo creer. ¿Por qué a mí Dios?". Estoy segura que decía: entrada enviada. Le expliqué al profesor que sí la había enviado, pero no me creyó. Seguramente iba a estar reprobada, ya que en las otras entradas mis calificaciones habían estado muy bajas.
Toda la tarde estuve deprimida. Ulises y Fabiola me preguntaban qué era lo que tenía, pero yo les decía que nada.
Cuando llegué a mi casa, comí y después me fui a mi cuarto dispuesta a hacer tarea, pero al ver mi cama no lo pude evitar y me recosté, solo para descansar un rato según lo planeado. Cuando me di cuenta ¡ya eran las ocho de la noche! Y yo no había hecho nada. Terminé de hacer mis deberes a las 12 de la noche y me tenía que levantar a las cuatro y media de la mañana.

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